Una señora de 87 años llamada Dolores nos cuenta un testimonio sobre su pasado en el mercadillo.
"En el año 1934, cuando yo tenía 10 años, vivía en una aldeade menos de 60 habitantes con más hambre que el que se perdió en la guerra, más bien dicho a punto de entrar en una de ellas. En esta aldea no había tiendas ni mercados, sino pequeños mercados que lo constituían los propios habitantes de la aldea, pues había poco que comprar y poco que consumir. Recuerdo que iba "Kato" (vendedor) en un burro blanco y allí llevaba todos los avios para mi ajuar, preparar mi ajuar con 10 años para casarme. Mi madre no vivía y yo los pimientos coloraos que mi padre tenía en la fachada de la puerta le cojía un par de ristras y con ellas este buen señor me daba un par de juegos de sábanas sin hacer para yo entretenerme haciendolas poco a poco. El otro señor que venía una vez al año iba vendiendo miel de la costa en un burro, este hombre nos decía señora, señora, saque la olla bien grande y ese buen señor venía al año siguient a cobrar despues de la cosecha de verano y nos dejaba otra olla a cuenta. Durante la Guerra Civil allí no aparecía ni Cristo, nos apañabamos con los vegetales que sembrabamos en nuestras tierras, quien tuviera tierras y quien no tenía que esperar que alguien le diera algo. Despues de la guerra, empezaron a venir algunos vehiculos con hortaliza y tambien con ropa para las camas, sabanas, cobertores, mantas... pero la mayoria se las veces que saliamos a comprar, nos faltaba dinero.Yo personalmente, en eso años no he conocido ni tiendas, ni supermercados, todos los que venian vendiendo eran vendedores ambulantes era un trato de tú a tú, nunca lo olvidaré"
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